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Wilcomen!

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sábado, 17 de septiembre de 2011

Tu ni lo pienses


Narra Laura:
En la vida, uno tiene malos y buenos momentos. Aquel día, el primer día de invierno, empezó esa etapa feliz en mi vida: Por fin iba a asistir a un concierto de Tokio Hotel. Se Presentaban por única vez en la ciudad… y, ¿saben qué? ¡Yo tenía boletos de primera fila! 
Tal vez, no tenía mucho conociendo de ellos, pero mi admiración por ellos y su arte no era un simple fanatismo, era amor.

Los había escuchado por casualidad mientras trabajaba en el Café de mi tía. Fue… amor a primer sonido.

Al llegar a casa, busqué de ellos. Me limité a investigar su información básica: sus Nombres, su edad, discografía, nacionalidad y estado civil. Evité indagar más allá por temor a una falsa información. La mayoría de veces la prensa estadounidense se comporta de manera amarillista con los roqueros, y más si son de extragero.
Entonces supe que eran cuatro chicos alemanes. Bill Kaulitz, la voz, Tom Kaulitz, su gemelo idéntico, la guitarra, Gustav Shalfer, la batería y Georg Listing, el bajo.

Y cuando los vi, fue ‘amor a primera vista’". Adore a Bill desde ese momento. No puedo, ni quiero olvidarlo. Su imagen me proyecta paz. Su sonrisa me dice que es una persona tierna. Esa calidad de ternura no puede ser proyectada por una persona malvada o depravada. Él es una persona cálida. Lo sé. ¡Está a simple vista! A muchos cantantes les pagan para sonreír en todas sus fotos y parecer el chico más relajado y buen partido, como truco publicitario para enamorar a las fans; pero la sonrisa de este chico no era fingida para nada. Le salía natural en las fotos que lo hacía.

Espero que en el concierto sonría mucho, porque amo su sonrisa. Aunque, mi meta es tocar su mano, sentir la textura de su piel, es mi sueño… además, ¡jamás lavaría mi mano!
Estaba tan anciosa que miraba el reloj constantemente, pero en cada mirada, sólo había trascurrido 50 segundos. Aún faltaban unas seis horas y media para el concierto.

Apenas estaba iniciando mi turno en el Cibercafé. Intentaba concentrarme, en lo cual me va excelentemente, pero con Bill en mi cabeza, es una Misión imposible. No cumplía a cabalidad con mis tareas, ni siquiera las más básicas como llevar un vaso de soda a una mesa y ya.

Ya llevaba toda la tarde haciendo pequeñas torpezas, como no es común en mí, por mucho, no pasaban desapercibidas. Mi tía no me decía nada, pero sé que me estaba mirando, cosa que me ponía aún más nerviosa. Es mi empleo, y no por ser su sobrina tengo algún privilegio.
Iba con una bandeja a una de las mesas externas, cuando de pronto, me resbalé, calándome tres malteadas de riquísimo chocolate y crema de espuma en toda la ropa.


-Ay, Laurita...-me miro con lastima y ganas de echarse a reír mi tía Sara.

-Tía, lo siento... es que... Con eso del concierto…

-Viene Tokio Hotel a la ciudad,lo se ...No paras de hablar de eso. Creo que me sé una de sus canciones a trasvés de ti-levantó el teléfono-. ¿Por Que No Mejor te tomas el día y preparas todo para irte? Esos Conciertos sí llenan pronto, ve a hacer turno...

- ¡¿De Verdad tía?!-pregunté poniéndome de pie de una,  Con grito de euforia.

-Sí, claro, claro-me dijo rápidamente, porque lo que dijo iba dirigido a su interlocutor telefónico.

Iba a abrazarla, pero recordé que estaba empapada de malteada y me detuve. Sólo le sonreí. 

Me sequé lo que escurría lo más pronto que pude y después de recoger mis cosas me fui a mi casa que queda a sólo unas cuadras. Caminé así por entre la gente, las miradas burlonas o curiosas no faltaron, pero no me importaba porque… ¡Los vería! ¡En pocas horas!

Vivo en un edificio de apartamentos. Mi madre es azafata, y mi padre es piloto, por lo cual vivo prácticamente sola con una amiga que vive conmigo. Su nombre es Mylen, estudiaba conmigo desde hacía tres años, pero sus padres decidieron mudarse de Nueva York a Boston y ella tenía que irse. Para entonces éramos tan amigas que resolvimos que se quedara conmigo, igual y nos haríamos compañía y ella tendría trabajo fijo y cercano. Trabaja en el cibercafé de mi tía también, pero en un horario diferente del mío.

Si no tuviera mi propia llave, jamás entraría al apartamento. Mylen siempre tiene un escándalo con Tokio Hotel, ella también es fan. Su gusto la llevó a gustar de Tom. A ella le atraen los chicos malos, además de que le gusta el hip hop y el rap, por eso Tom Kaulitz es su ‘hombre perfecto’.

-¡Mylen!-llamé al entrar-. Mylen… Ah, Mylen, no sabes que me pasó…

-Te tiraste una malteada encima-dijo en tono sarcástico al verme.

-Sí, sí…-seguí a mi cuarto con desánimo.

No era nada nuevo, Mylen siempre adivina todo con precisión. Si le va mal en los estudios, tiene un gran futuro como astróloga sin licencia.

-Oye, no sabes…-me siguió.

-¿Qué?-pregunté despreocupada, la mayoría de los ‘no sabes qué’ resultan en malas ideas o noticias.

-Han llegado ya los boletos-sonrió.