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Wilcomen!

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martes, 11 de octubre de 2011

Perdon!

Bien, disculpen la tardansa!!


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lunes, 10 de octubre de 2011

Caparazón de toruga o caracol

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Yo sé que lo quiero mucho… es sólo que s tan difícil para mi continuar lo que empiezo. Me pongo a pensar en las cosas que hago por él y si él se las merece o si quiera las nota… o mejor aún, si quiere quelas haga por él.
No soporto la idea de verlo con otra. Son celos, sí,  pero estar celosa de alguien que no es mio es ser avaro y así no quiero sentir.
Sin embargo, me derrito al verlo pasar.
He superado muchos ‘gustitos’ como este. Creo que contándolos bien, son… Janio y Rodolfo y unos que se me escapan por ahí…
Quisiera saber si ese rechazo es por algún defecto mio. No sé. Quiero saber. ¬¬ quiero ser su amiga, pero él no se deja. Y cuando estoy lejos de él tengo muchas fuerza y ganas, pero si está cerca… no hago nada porque me siento decepcionada de algo en él. No me da espacio para hablarle. Se encierra y no puedo hacer nada.
Siento que nada de lo que haga es suficiente para destacarme en su vida. Si pudiera, lo besara y confesara esto, pero no sé porqué no puedo!!
No me gusta sufrir por amor. Es una de mis pesadillas mas graves. No soporto el sufrir así. Quiero llorar. De hecho creo que estoy llorando.
Quiero que me mire. Que no solo crucen sus ojos por delante de mi.. así como lo hacen.
Pero supongo que es inútil
Voy a renuciar. No quiero mas dolor.
Me voy a encerrar en mi caparazón de tortuga y no volver a Salir jamás! De los jamaces!

sábado, 17 de septiembre de 2011

Tu ni lo pienses


Narra Laura:
En la vida, uno tiene malos y buenos momentos. Aquel día, el primer día de invierno, empezó esa etapa feliz en mi vida: Por fin iba a asistir a un concierto de Tokio Hotel. Se Presentaban por única vez en la ciudad… y, ¿saben qué? ¡Yo tenía boletos de primera fila! 
Tal vez, no tenía mucho conociendo de ellos, pero mi admiración por ellos y su arte no era un simple fanatismo, era amor.

Los había escuchado por casualidad mientras trabajaba en el Café de mi tía. Fue… amor a primer sonido.

Al llegar a casa, busqué de ellos. Me limité a investigar su información básica: sus Nombres, su edad, discografía, nacionalidad y estado civil. Evité indagar más allá por temor a una falsa información. La mayoría de veces la prensa estadounidense se comporta de manera amarillista con los roqueros, y más si son de extragero.
Entonces supe que eran cuatro chicos alemanes. Bill Kaulitz, la voz, Tom Kaulitz, su gemelo idéntico, la guitarra, Gustav Shalfer, la batería y Georg Listing, el bajo.

Y cuando los vi, fue ‘amor a primera vista’". Adore a Bill desde ese momento. No puedo, ni quiero olvidarlo. Su imagen me proyecta paz. Su sonrisa me dice que es una persona tierna. Esa calidad de ternura no puede ser proyectada por una persona malvada o depravada. Él es una persona cálida. Lo sé. ¡Está a simple vista! A muchos cantantes les pagan para sonreír en todas sus fotos y parecer el chico más relajado y buen partido, como truco publicitario para enamorar a las fans; pero la sonrisa de este chico no era fingida para nada. Le salía natural en las fotos que lo hacía.

Espero que en el concierto sonría mucho, porque amo su sonrisa. Aunque, mi meta es tocar su mano, sentir la textura de su piel, es mi sueño… además, ¡jamás lavaría mi mano!
Estaba tan anciosa que miraba el reloj constantemente, pero en cada mirada, sólo había trascurrido 50 segundos. Aún faltaban unas seis horas y media para el concierto.

Apenas estaba iniciando mi turno en el Cibercafé. Intentaba concentrarme, en lo cual me va excelentemente, pero con Bill en mi cabeza, es una Misión imposible. No cumplía a cabalidad con mis tareas, ni siquiera las más básicas como llevar un vaso de soda a una mesa y ya.

Ya llevaba toda la tarde haciendo pequeñas torpezas, como no es común en mí, por mucho, no pasaban desapercibidas. Mi tía no me decía nada, pero sé que me estaba mirando, cosa que me ponía aún más nerviosa. Es mi empleo, y no por ser su sobrina tengo algún privilegio.
Iba con una bandeja a una de las mesas externas, cuando de pronto, me resbalé, calándome tres malteadas de riquísimo chocolate y crema de espuma en toda la ropa.


-Ay, Laurita...-me miro con lastima y ganas de echarse a reír mi tía Sara.

-Tía, lo siento... es que... Con eso del concierto…

-Viene Tokio Hotel a la ciudad,lo se ...No paras de hablar de eso. Creo que me sé una de sus canciones a trasvés de ti-levantó el teléfono-. ¿Por Que No Mejor te tomas el día y preparas todo para irte? Esos Conciertos sí llenan pronto, ve a hacer turno...

- ¡¿De Verdad tía?!-pregunté poniéndome de pie de una,  Con grito de euforia.

-Sí, claro, claro-me dijo rápidamente, porque lo que dijo iba dirigido a su interlocutor telefónico.

Iba a abrazarla, pero recordé que estaba empapada de malteada y me detuve. Sólo le sonreí. 

Me sequé lo que escurría lo más pronto que pude y después de recoger mis cosas me fui a mi casa que queda a sólo unas cuadras. Caminé así por entre la gente, las miradas burlonas o curiosas no faltaron, pero no me importaba porque… ¡Los vería! ¡En pocas horas!

Vivo en un edificio de apartamentos. Mi madre es azafata, y mi padre es piloto, por lo cual vivo prácticamente sola con una amiga que vive conmigo. Su nombre es Mylen, estudiaba conmigo desde hacía tres años, pero sus padres decidieron mudarse de Nueva York a Boston y ella tenía que irse. Para entonces éramos tan amigas que resolvimos que se quedara conmigo, igual y nos haríamos compañía y ella tendría trabajo fijo y cercano. Trabaja en el cibercafé de mi tía también, pero en un horario diferente del mío.

Si no tuviera mi propia llave, jamás entraría al apartamento. Mylen siempre tiene un escándalo con Tokio Hotel, ella también es fan. Su gusto la llevó a gustar de Tom. A ella le atraen los chicos malos, además de que le gusta el hip hop y el rap, por eso Tom Kaulitz es su ‘hombre perfecto’.

-¡Mylen!-llamé al entrar-. Mylen… Ah, Mylen, no sabes que me pasó…

-Te tiraste una malteada encima-dijo en tono sarcástico al verme.

-Sí, sí…-seguí a mi cuarto con desánimo.

No era nada nuevo, Mylen siempre adivina todo con precisión. Si le va mal en los estudios, tiene un gran futuro como astróloga sin licencia.

-Oye, no sabes…-me siguió.

-¿Qué?-pregunté despreocupada, la mayoría de los ‘no sabes qué’ resultan en malas ideas o noticias.

-Han llegado ya los boletos-sonrió.

domingo, 28 de agosto de 2011

Foto


Sexo perfecto capítulo uno


  La chica se colgó de los hombros de Tom con fuerzas. Con una mano él la tomaba por la cintura y con la otra le sostenía la cabeza ya que él la arrastraba a subir más a la cama moviendo su cuerpo hacia adelante.

-Tom, házmelo…-pidió ella con un gemido. Como si él no tuviera la intención de hacerlo.

Él la miró provocativo.

-¿Quieres tener sexo conmigo?-preguntó él torturándola.

Ella asintió con cara de inocente. Todo lo que no era.

-Bueno.

Él se soltó la correa y se desabotonó los pantalones y volvió a ella. La besaba y la tocaba por todas partes excitándola cada vez más. La besaba en la boca, mordisqueando y jugando con su lengua.

Deslizó sus manos por debajo de su blusa y la levantó desde adentro, exponiendo su pecho y cuando justo iba a desabrochar su sostén…

-¡Tom!-tocaron y llamaron a la puerta.

-¿Qué?

-Al teléfono… Te llama ‘ya sabes quién’-avisó Bill.

Tom se levantó de encima de ella y sin arreglarse los pantalones fue a abrir la puerta. La chica tampoco hizo nada, ya era bien sabido por todos que Tom y ella se acostaban. Aunque Bill no iba a decir nada y Tom menos. Es más, era un honor ser ‘violada’ por Tom Kaulitz el rey del sexo. Un chisme como ese te daba la popularidad más deseada del mes en la escuela. Claro, un mes, porque solo eso duran las chicas de Tom. Un mes acostándose constantemente con él. No solo lo hacían porque él fuera guapo, adinerado, popular o encantador, se acostaban con él porque tenía la mejor fama que un chico en la secundaria puede tener: ser un dios del sexo.

Y claro, podríamos decir que Tom lo tiene todo para ser feliz, porque eso aparenta, pero Tom quiere ser amado por algo más que sexo y popularidad. 

Desea encontrar a alguien para él, peor es muy cobarde para decirlo, así que opta por saciar esa sed metiendo a cuanta se pueda en la cama.

¡Sexo! ¡Sexo! ¡Sexo!

  Le gustaba el sexo. Podrá sonar crudo,  pero no existe una forma más directa para decirlo.

 ‘Es bueno, es excitante, es hermoso, es riquísimo. ¿Por qué no habría de gustarme algo tan bueno? Podrán llamarme pervertido, loco, materialista, carnal o superficial, no me importa, sé qué cosas me gustan y el sexo es la primera en la lista. Me gusta y punto’, dice Tom.

Y a nadie tiene la duda de eso, y ¿para qué ocultarlo si todos lo saben?

Abre la puerta y mira a Bill que le ofrece el teléfono desviando la mirada de él 

y de su cuarto.

Tom toma el teléfono y enseguida cierra la puerta.

-Simone…-dice en forma de saludo a su madre.

-Tom, voy en el auto hacia el aeropuerto.

-Me imagino…

-Bueno, solo quería recordarte por ultima vez que a tu prima la trates bien. Ya 

Bill me prometió cuidarla, haz de buen hijo y tú también…

-¡No soy niñero de nadie!-interrumpió él.

-No te estoy pidiendo que le prepares la leche, Tom-ella sonaba algo indignada por la actitud de su hijo-. Mariel tiene 17 años, puede cuidarse sola, pero quiero que sienta que está en su casa con ustedes ahí para apoyarla.

-Ah, ya veo… Me pides que sea porrista, Simone-respondió Tom ya enojado-. Simone, si ella decide venir a esta casa, que se atenga a la consecuencia de que aquí no están Bill su madre y Tom su padre para hacerle cuanta cosa de le antoje a la nena. No señor, acepté que viniera con la condición de que no se entrometa en mis asuntos… No me importa que quieran meter al Cirque du Soleil a la casa mientras ni ellos ni yo nos crucemos. Ten esta conversación con Bill y no conmigo porque mi respuesta no cambiará-le dijo y dio por terminada su plática.

La chica se estiró y le rodeó con los brazos, acariciándolo para que vuelva a lo anterior.

-Tom… Vamos a la cama…

Tom se quedó pensando un momento. Y se salió del abrazo y le retiró las manos a ella.

-No, Rose… otro día será-negó. Se puso de pié, dejó el teléfono en la cama y se dirigió al baño-. Puedes quedarte si quieres, yo saldré un momento después de bañarme…

Cerró la puerta.

La chica se molestó recogió sus cosas y se retiró a su casa. En su camino de salida se topó con Bill que iba entrando del patio a la casa.

-Adiós-dijo él. Pero ella iba tan desencantada que ni prestó atención-. Vaya qué humorcito.

Bill entró en la cocina y se puso a prepar algo para comer, ya que sabía que su prima llegaría en cosa de unas horas desde Frankfurt y quería recibirla bien.
La pobre chica había tenido que vivir con su abuela desde pequeña, ya que su madre la abandonó a su padre y este era muy joven y torpe para cuidar de una bebé, así que la llevó donde la madre de este para que la criara y él poder trabajar también.

Bill y Tom, viven sólos practica y literalmente. Ya que Simone, su madre y había tenido que convertirse en la representante de la banda de su esposo y padrastro de los gemelos, Gordon Trümper y ahora se encontraban en una gira por el país. Pero eso no era lo mismo que ser abandonado y Bill entendía todo lo referente a esta chica, no por haberlo vivido él mismo, sino por tener un corazón y mente muy susceptible a lo que le ocurre a los demás.

A diferencia de Tom, que ni él mismo sabe por lo que está pasando en este 
momento.

-¿Bill? Pero ¿qué está haciendo?

-Le preparo algo a Mariel, Bertha-respondió muy normal, aun cuando sabe que a Bertha le gusta cocinar para todos a cualquier hora-. Descuida, limpiaré al terminar.

Ella terminó de entrar a la cocina que venía del cuarto de lavado en el zótano.

-No, no… Déjeme yo le preparo un postre que le guste a usted.

 -Pero es que quiero recibirla con…

-Bill, sal de mmi cocina. No lo repetiré-advirtió ella y siguió su camino hasta el segundo piso a llevar la ropa recién lavada. Bill decidió dejar así las cosas y salió al patio a fumar un poco.

Aunque lo negara, no podía evitar ponerse nervioso con su prima en su casa. 

Y, lo malo es que aun tiene que fingir que nada sucede, frente a ella, frente a todo mundo nada pasa.

Las cosas deben ser justamente como ella le dijo una vez ‘Como primos nada más’.

Pero Bill no podía dejar ese pensamiento aparte. La amaba con todas sus fuerzas desde que la vió, desde aquel verano juntos en la casa de su abuela. 

Lo impacientaba qué tan hermosa estaría ahora ya un poco más mujer. Si tenía desde esa vez que no la veía. Y 5 años es mucho tiempo para una chica adolecente.

Bill fumó uno, dos, tres, la cajetilla entera… No podía dejar de pensar en cómo serán las cosas con Mariel en la casa, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. 

Así volverán las cosas a ser como antes, cuando él no sabía nada de que ellos no son primos en verdad, cuando en verdad estaba prohibido. Él sabe bien que no son familiares y esa es una de las cosas que jamás se le olvidarán pase lo que pase con su vida, jamás olvidará que puede estar con ella, pero no debe.

Sería un daño para Mariel saber que su madre, además de mala madre, era una insensata con su cuerpo y a quien le daba un ‘sí’. Sería un golpe y sería ser un cruel egoísta. Por eso no podía decirle a ella que ellos sí podían tener un amor libre.

Bill estaba por comenzar una de sus peores y más crueles pruebas de toda su vida. Y ni él mismo sabía si estaba preparado para una cosa así. Subió a su cuarto, salió al balcón, se sentó, y sin poder evitarlo, se quedó dormido allí.

Despertó con una bocina que sonó varias veces en el frente y supo que era el momento. Mariel había llegado.

Estaba ancioso por verla, pero no bajó. No sabía qué decirle, o cómo reaccionar ante ella después de tantos años. Además, ¿qué pasaba si ella estaba más bonita que antes? ¿qué pasaba si ella lo miraba otra vez con esos ojos tan azules y profundos que lo hechizan? =qué haría? Por mala suerte para Bill, el momento de encontrar a su amada, se acortaba sin él tener una idea de lo que haría para no parecer un idiota mientras ocultaba sus sentimientos.

-¿Bill, se puede?-era ella.

-Eh, sí…-los nervios lo traicionaban, pero solo podía aguardar a que ella se posara ante él.

Ella abrió la puerta y se asomó sonriente.

El corazón de Bill dio un salto en su pecho y quiso volar al lado de ella, donde pertenecía. La chica no sólo estaba hecha una mujer hermosa, era despanpanate, radiante y bella.

-¡Bill! ¿No me vas a saludar?-ella entró con los brazos abiertos, como si ya no recordara nada de lo que habían vivido ellos dos.

Lo abrazó fuerte. Él le respondió tímido, no sabía si debía expresarse con ella ahora que estaban solos, o si debía olvidar eso y comenzar de nuevo con 
Mariel y respetarla como su prima.

Pero finalmente la abrazó porque la necesitaba. Necesitaba su calor, y que volvieran a ser chicos traviesos como antes lo fueron.

Ella soltó un poco para verle la cara a Bill.

-Te has vuelto todo un hombre. Estas guapísimo-aduló.

Bill estaba confundido.

-Gracias. Tú… también has cambiado mucho, Mariel…-respondió tanteando el terreno.

Ella sonrió ampliamente.

El selaje de Tom cruzó por la puerta.

-¡Tom!-gritó ella y fue tras él desbaratando el abrazo entre ella y Bill.

Se escucharon los murmullos apenas de la conversación. Pero a Bill le importaba más pensar en esa niña a la que besaba bajo el árbol del lago que en la mujer que venía a quedarse en su casa a fingir que nada ocurrió. Tal como ella dijo.

Tal vez tú me olvidaste, pero yo no. Te juro que he tratado, Mariel, pero no puedo. No es porque no sea lo suficientemente fuerte como para arrancarte de mi corazón, es que si te arranco de él, me quedaré sin corazón porque tú lo ocupas completo. Yo aún te amo.

martes, 23 de agosto de 2011

La carta de la muerta


Ángel de la guarda.
Domingo.
¿Qué duele más? ¿Duele más verte y no tenerte? No… ¿Duele más envidiar eternamente a quien te tiene, y preguntarme si es que la prefieres a ella porque te quiere más que yo? Jamás, es que nadie puede quererte más que yo. Ninguna de esas cosas me duele más que saber que no te importo.
Lunes.
Yo solía ser tu princesita, ¿qué cambió? ¿No eras tu el que decía que vivir lejos no representaba ningún problema? ¿No es a ti a quien una vez obligué a confesar que me amabas y que soñabas con casarte conmigo? Me duele tu indiferencia hacia mi vuelta a casa, ¿qué duele más que saber que no me quieres?
El domingo fui a tu casa, y todos me dijeron que no sabían dónde estabas. Me pregunté qué andarías haciendo. Eso era raro. Tú jamás sales.
Dejé un mensaje en tu celular avisándote que estaba en la ciudad, pero aun no lo has devuelto.
Jueves.
Dos días después de haber llegado, supe de ti. Aunque no fuera mucho agradecí que algo me indicara que estabas bien. Qué lastima que tu encuentro con mi primo fuera tan breve como para que no le dieras tiempo de decirte que yo había vuelto.
No me pareció extraño que no preguntaras por mí, al fin y al cabo yo vengo una vez al año si puedo en las vacasiones. Además, a mi familia la veo constantemente porque ellos van a mi casa, yo vengo por ti. Vengo a verte.
Sábado.
Te contaré algo que me hizo muy feliz: el jueves ví a tu hermana. Aunque no somos amigas, mi corazón se alegró de verla porque es idéntica a ti: tiene tus ojos soñadores. Los noté desde el otro lado de la calle. Al llegar a casa, lamenté mucho no haberla saludado. Tal vez ella pudo haberme dicho algo de ti, aun cuando no me aclarara por qué no me contestas os mensajes que te dejaba a diario en tu celular, pues no sabe lo nuestro. Los únicos que lo saben son nuestros corazones.
Esa noche alquilé esa película que tanto te gusta, aunque a mi no me agraden tantos autos o la velocidad. La vi muy contenta pues te revivo en cada escena, siempre el chico más inteligente y capaz.
Martes.
Hoy habría sido una semana de mi llegada a tu ciudad. Es una lástima que no alcanzaramos intercambiar palabras.
Es una tragedia que acabara así, ¿no te parece así? Pero qué más podía esperar. Soy una tonta. No me aguanté la felicidad de verte del otro lado de la calle, ¿Cómo decirlo? Me cegué contigo, no vi ningún camión venir, lo juro.
Y lo lamento por todos, pero… a decir verdad, me alegró que eso no me matara enseguida, ya no hacen los camiones como antes, ¿eh? ¿qué son 16 gomas estos días? Jaja… Eso almenos me dejó verte y escucharte por ultima vez.
Lunes.
Quiero decirte que no te preocupes por mi, yo no siento ningún dolor. Y no es cierto eso que me dijste, yo sé que tu me querías, y no estoy enojada contigo. Pude ver que habías conseguido un empleo muy exigente y supongo que por eso no estabas disponible como solia ser antes.
Además, la forma en que abrazaste mi cuerpo me hizo ver que te arrepentías de tu ausencia. No sabes que tanto deseé que Él me permitiera un minuto más de vida para sentir ese abrazo. Pero almenos vi cómo me mirabas, y que como si aun viviera me lloraste diciendo que me querías, pero mis ojos ya se iban apagando, amor.
Jueves.
Cada día te visito y te escucho llorara por mi. Lamento que no puedas escucharme, así decirte que sigo aquí contigo, nunca me fui. Te abrazo por las noches y me quedo junto a ti hasta que te duermes.
Domingo.
Me preocupa tu comportamiento  últimamente. No es posible que no quieras comer y que te la pases llorando,, incluso en tu increíble trabajo.
Yo también me sentiría así si tu hubieras muerto en mi lugar, pero debes seguir adelante, como sabes que esperaría yo que lo hicieras. Además yo siempre estoy contigo, y te protejo de muchas cosas. Tienes que agarrar ánimo y volver a lo tuyo. Desde este mundo te envio mis mejores deseos.
Miercoles.
El lunes fui a visitar a mi madre. Ella ya esta resignada, gracias a Dios, está tranquila. Me alegra mucho saber que está bien. Sé que lloró mucho por mi, y que en general siente que este destino me tocó por que te amaba. Y, aunque no busco culpables, sí me pasó por obsesionarme contigo.
Pero volveria a vivir mi vida exactamente igual, me encantaba amarte y aun te amo.
Al día siguiente te busqué por todas partes, en tu trabajo, en tu casa… pero no te encontré. Pensé en todas las posibilidades de donde habías podido ir, y se me ocurrió qe tal vez estuvieras en aquel tramo del rio de la ciudad, donde nos vimos por primera vez. Yo siempre la damisela en peligro, te agradezco mucho por haberme salvado ese día.
Pero tampoco estabas en el rio, sin embargo podía sentir tu presencia y supe que habías estado ahí, vi unas colillas de tus cigarrillos favoritos. Nadie jamás logró quitarte esa costumbre, ¿no?
Caminando de vuelta por la calle, al fin te encontré. Estabas en el lugar donde te vi por ultima vez… el lugar donde morí.
No estabas llorando, pero la expresión nula de tu cara me preocupó. No parecías estar en tus cavales. Me senté a tu lado para calmarte, pero esta vez no sentiste la paz que traté de trasmitirte. Te sobresaltaste de la nada, de pronto sacaste un frasco de tu bolsillo. Yo no sabia exactamente qué era, pero pensé que tal vez eran algunos calmantes. Hasta que dijiste: ‘Para que estemos juntos, lo haré por ti’.
No desististe aunque con toda mi fuerza te pedí que no y que tratara de bajar tu mano para impedir que te lo tomaras.
Tu cara se puso muy morada y se hinchó. No soportaba verte así… y es por eso que, como ya sabia que podía hacer, vendí mi alma al demonio para salvarte a ti. Sólo lo deseé con todas mis fuerzas.
Me alegró ver que volvías a la normalidad, aunque fuera por un segundo, te vi respirar, muy despistado, pero vivo.
Lo mejor fue cuando dijiste ‘Gracias, te prometo que no lo volveré a hacer. Y viviré por ti hasta que me toque’.
Jueves.
Aunque mueras, es lamentable que ahora nunca podremos estar juntos, pues no iras al lugar donde me toca estar a mi. Y me alegro por ti pues alla todo es bonito. Te debes ir alla pues al morir yo por ti en cuerpo y alma, se absuelven tus pecados, y ahora yo los pagaré por ti.
Posdata: Disfruta este día, ya que mañana el avión que tomarás para ir a ver a la familia de tu padre, se estrellará matando a todos los pasajeros.
                                                                                                       Siempre tuya, Tu Ángel de la guardia

lunes, 22 de agosto de 2011

Quién te programó? Capítulo 1

Una de las mejores enseñanzas que me dieron en la vida es aprender a ver más a allá de lo que los ojos nos presentan. Hay cosas que vemos e ignoramos, cosas importantes que cambiarian el ciclo normal de nuestra vida. Pasarlas por alto, es el error más grave que podemos cometer. Una de las principales cosas importantes que ignoramos, es cuando alguien necesita ayuda.

-Samantha… Samantha, levántate del sillón. Ya son casi las 8, si el bus no ha pasado por acá, es porque seguro no vendrá.

-¿Pretendes irte a pie?-volteó para mirar mi cara-. ¡Está lejísimo!

-No es tan lejos-abrí la puerta para irme sola si ella no quería, pero justo ahí el bus llegó.

Sam me miró con ojos de burla y su típica casa de ganadora.

-Déjame en paz-la miré pesado mientras salía frente a mí.

Cerré la puerta y fui tras ella.

Subimos al bus.

-Matias, pensamos que nos ibas a dejar botadas.

-¿Cómo iba a hacer eso con mis repetidas favoritas?

-Gemelas, más respeto-dijo Andy desde uno de los asientos del final.

-¡Andy!-saludé. Fui a sentarme con él, pero a Samantha no le gusta estar con 

Andreas porque él gusta de ella.

-¿Cómo te va, Saby?

-Bien, algo preocupada…

-¿Y eso?

-Creo que tendré que buscar trabajo-dije algo triste-. Falta dinero en casa.

-La cosa se pone más difícil cada día, ¿no?

-Es horrible.

-No te preocupes, yo las ayudaré a encontrar algo-me tiró un brazo por el hombro,.

-No, no Andreas. Samantha no lo sabe, yo soy la mayor y quien debe cuidarla-afrimé.

-¿Segura? ¿Ni siquiera le dirás?

-No, no quiero preocuparla con nada no vaya a ser que vuelva a tener una complicación cardiaca.

Mi hermana gemela Samantha es menor que yo por 15 minutos. Pero no solo es menor que yo, sino que dentro del utero de nuestra madre, yo estaba consumiendo casi todos los recursos, es decir, robándolos de ella, por eso ella nació mas pequeña y con distintos problemas con sus organos internos. Y yo no tengo ninguno, por eso me siento muy culpable y la protejo de cuanto puedo. Es mi hermana menor.

Llegamos a la escuela.

Samantha me miró cuando se puso de pie. Asentí para indicarle que me esperara al bajar.

-Nos vemos, Andy-le despedí al bajar. Tomé a mi hermana del brazo y le susurré-. Samantha, no tienes porqué tratarle así, ¿no ha pasado ya mucho tiempo? ¡Deberían hacer las paces!

-Es que no quiero, el chico me mira raro, y no quiero que confunda mi amabilidad con amor. No lo quiero.

No supe qué mas decirle. Andreas es un gran amigo, y no quiero que estén peleados estas dos personas tan importantes para mí.

-Bueno eso lo sé…

-No puedo ni mirarlo a los ojos, Saby. No creo que sea tiempo aun.

Iba a decir algo, pero me interrumpió el timbre a clases.

-Será mejor que te apresures o llegarás tarde-se burló de mi porque yo no sabia donde debía ir porque yo no tengo correo, pero ella sí.

Me dirigí a la oficina de Registro a recoger mi horario de clases. Entré, tomé un ticket y me senté a esperar. Era la número 42 e iban por el 35. No había remedio, perdí la primera hora.

Estaba muy aburrida ahí esperando. No estoy acostumbrada a estar sola, es malo no tener a tu gemela al lado, pero justo cuando creí que me pondrían telarañas entraron tres personas. Eran dos chicos y, el que debía ser su padre o tutor.

Se dirigieron a la recepción sin tomar turno.

-Buenas, soy el señor Trümper.

-Ah, claro el padre de los chicos de Alemania. Tome un turno, por favor.

-De acuerdo. Gracias-se volvió y le dijo algo a los chicos, supongo que en alemán, ellos asintieron y se sentaron. El señor tomó un número y se los entregó. Se fue después de decirles algo más.

Eran muy lindos. Demasiado lindos. Se parecían mucho, pero no estoy segura si son hermanos o primos, pero el parecido era inegable a pesar de la diferencia en el estilo de vestir, peinar, y de hablar. El más alto, tenia una melena hermosamente peinada para atrás, su corte era bajo en los lados. Su piel tenia un tono marfileño muy hermoso, que contrastaba perfecto con su ropa toda negra y pegada a la piel. Tenía maquillados de negro los ojos también. Era un estilo muy roquero.

Mientras que el otro, tenía trenzas pegadas al cráneo. También era de piel clara, pero un poco más rosadita que su acompañante. Su ropa tenía un estilo urbano, más ancha que su cuerpo, pero mostrando una masculinidad predominante e intimidante.

Sin restar belleza al otro, el chico alto era quien más me atraía.

-Número 42, ultima llamada… Bueno, 43.

Me puse de pié.

-Soy yo.

Ellos se pusieron de pie.

La recepcionista nos miró.

-¿Quién es el 42?

-Yo…-dije tratando de ser cortés.

-Bueno, acercate, ¿en qué podemos ayudarte?

-Mi horario de clases, no lo tengo…

-¿ Número de matrícula?

-2011-0266.


-Un momento, por favor-dijo y se retiró a buscar la información en el archivo.

-43-llamó la otra recepcionista.

Entoces ellos se acercaron de igual manera.

-¿En qué podemos ayudarles?

-Necesitamos el resultado de las pruebas que nos hicieron, la evaluación de ubicación-pidió el más alto.

-¿Qué?-ella parecía no entender.

-Ellos son los alemanes que se trasfirieron, los que tomaron el examen la semana pasada-dijo la recepsionista que me atendía.

-Ah, los alemanes… si. ¿Lo que quieren es el resultado del examen de grado?

-Sí, señora.

-Un momento, acá lo tengo-ella buscó entre sus papeles y sacó una carpeta. 

La abrió y miró-. Ustedes quedaron ambos en cuarto de Secundario. Tengan-cerró el folder y se los entregó-. Adentro está su horario y un mapa del Instituto. Si necesitan ayuda, no duden en venir acá o pedírselos a los monitores de pasillo.

El de las trenzas tomó el folder.

-De acuerdo. ¿Por qué no nos toca la misma clase si estamos en el mismo curso?-dijo el otro al mirar el contenido del folder.

-Porque al grupo al que ingresó tu hermano solamente le faltaba un integrante, tu quedaste en el B, pero no hay diferencia.

-Aquí tienes, linda-la recepcionista me entregó mi horario. Al mirarlo vi que yo había caído en el A.

-¡Perfecto!-me emocioné en voz alta.

Todos me miraron.

-Perdon… Escuchen, no importa, acá los chicos son buenos. No hay problema con preguntar, y si lo que les preocupa es no estar juntos, pues no es tan grave. Mi hermana y yo solo estuvimos juntas en un año hace mucho. Y, este año será igual porque ella va al B y yo al A-alcé los hombros.

-¿Al A? Yo igual… ¿eso quiere decir que tenemos clases juntos?

-Puede ser que todas-sonreí más de lo que devia.

-Ah mira, puedes irte con ella hasta tu clase, y que ella te ayude hasta que te ubiques. ¿podrias?-la recepcionista me miró.

-Con gusto, claro-acepté, ¿iba a negarme? ¡Pff!-. Bueno… ¿vamos?-me referí al chico-. A ti también puedo ayudarte, te llevaré con mi hermana-así poder tener al lindo solo para mi.

-Gracias.

Salimos.

-¿Qué clase te toca a 2nda hora…?

-Tom-dijo el de las trenzas-. Mi nombre es tom, y el de mi hermano es Bill. Ah, y mi clase… biología.

-¿Si son hermanos porqué tomaran el mismo curso? ¿acaso uno está mas adelantado que el otro?

-Es que somos gemelos-dijo el que se llama Bill.

Me detuve, me volvi y los miré.

-¿Gemelos?

-Si, ¿tu hermana y tú tienen esa historia?

-No, somos gemelas también.

-Ah, qué bueno. Es una suerte ver doblemente tanta belleza  por acá.

-Gracias-sonreí aun más. Que chico tan tierno, ay.

-¿Cómo te llamas? No lo dijiste.

-Ha, que tonta soy… Mi nombre es Sabrina-retomé el paso hacia el aula de Biologia para el grupo B.

-Bonito nombre.

-Gracias. Bueno, mira, Tom-esta es tu aula de Biologia… si quieres entra que no falta mucho para que toquen la campana. Mi hermana es igual a mí, procura pedirle que te ayude, ella lo hará.

-Vale, gracias Sabrina.

-Dime Saby, más corto.

Sonrió y entró al aula.

-¿Nos vamos?

-Claro-miró la hoja-. ¿Religion?

-Sip, es en el segundo piso.

-Bueno.

Para nuestra mala suerte tocó la campana y todos salieron de las aulas como caballos en pradera, pero como no hay mal que por bien no venga, pasó algo que casi me para el corazón, Bill tomó mi mano para no perdernos.

Tal vez no lo hacia por la razón que yo quisiera, pero fue muy especial. Su mano era tibia y suave.

-¿Vamos?-dijo al ver que no me movia.

-Por supuesto.

El sonrio, y fue como si el sol brillara entre las nubes oscuras. ¿Qué clase de chico es tan perfecto? ¿de donde los sacan? ¡Qué hermoso es!

lunes, 8 de agosto de 2011

Fobia capítulo 7

Capitulo 7.

Ese miedo otra vez, ¿porqué...?

Muchas veces la razón nos traiciona, y la salida se esconde justo ante nuestros ojos. Para salir de una equivocación prescindimos de la ayuda de un tercero, que vea tu situación en una perspectiva neutral. El primer error se comete al dudar de las corazonadas. Se dice que se debe escuchar al corazón para llegar a una respuesta buena y valida, y ciertamente es así, pero la verdad es no es la razón: se debe escuchar al corazón porque las respuestas que nos señala la mente nos privan de la aventura de equivocarse y sufrir.

Al final, se sabe bien que se está mal, que lo mas idiota del mundo es enamorarse. Es sufrir demás, sale sobrando siempre. Uno necesita más cosas para vivir de las que nuestra madre nos proporciona al nacer. Entonces, ¿por qué a la corta o a la larga todos nos enamoramos? ¿Por qué sufrir por alguien distinto a tu familia? ¿Por qué no podemos salir de ese error por nosotros mismos?

Quisiera nunca haberme enamorado, y no probar ese tipo de dolor. Suelo tomar todos los concejos, pero ¿por qué demonios me enamore de Tom?

-Entren-dijo esa maestra con cara de satisfacción. Parece que logró prepararnos un buen terreno. ‘Maldita mujer, ¿qué le importa?’

Tom entró con indignación, yo lo seguí, a no ser que esa mujer me halara de nuevo por la oreja. Adentro de la oficina, estaba un señor de unos 50 años, sentado en un sillón detrás del escritorio que dividía en dos la habitación.

Detrás tenía un librero con libros que apuesto no ha tocado jamás, y por supuesto, la alfombra era de césped falso, de esas sobre las que se juega mini-golf. ‘Viejo aburrido’, pensé.

Como ninguno dijo nada, la maestra empezó:

‘Señor Bikbaev, estos dos muchachos…´

-Silencio, Karen-paró él. Abrió un cajón del escritorio, y sacó de él un puro-. Retírate, por favor.

-P-pero…

-Fuera, dije… Déjanos solos.

-Está bien-ella se fue.

-Siéntate, Thomas-encendió el puro, sin mirar otra cosa.

Tom se sentó en una de las dos silla que estaban delante del escritorio.

-Tú también, muchacho, siéntate, por favor-se puso de pié.

Aunque no me dijo nada malo, sentí un miedo extraño, otra vez...

Me senté en la otra silla.

-Papá…

-Déjame hablar, Tom-se dio la vuelta y salio de detrás del escritorio-. Por enésima vez, ¿quieres por el amor de Dios, ser discreto con tus cosas?

-Ya te lo he dicho, así soy… No quiero ni voy a ocultarlo, ¿qué más da si al final no le importa a mas nadie que a mí?

-Nos importa a tu madre, y en especial a mí, que tengo que vivir esta agonía de vida contigo haciendo de las tuyas. ¡Thomas, por Dios, apréndete que está prohibido en el instituto el comportamiento sexual!

Me sentí un poco culpable, y muy avergonzado.

-No quiero, no quiero… Y te digo algo, no dejaré de hacerlo.

Vámonos, Bill-se puso de pie y se dirigió a la puerta.

-Thomas, sabes bien que las reglas no las pongo yo, pero mi deber es hacerlas cumplir, así que…

-Así que, el que debe cambiar algo eres tú: o cambias las reglas, o tendrás que echarme del Instituto-me tomó de la mano y me hizo salir tras él. Cerró la puerta con la otra mano, y caminamos un poco. Pero al salir del recinto, se detuvo, me miró y dijo:-Bill, ¿quieres ir a mi cuarto?

Abrí los ojos como platos.

- ¿A… tu cuarto?-repetí. Ese frio extraño volvió a recorrer mi espalda.

-Sí, no te preocupes. No pasará nada… es solo para levantar la sospecha de que así es.

-Bueno-acepté como un idiota. Como si no supiera la verdad. Pero por alguna razón me importaba un poco más.

Ya me estaba enamorando. Me enamoraba su rebeldía, la hombría de sus movimientos, sus palabras, la actitud… estaba ‘cayendo’.

Pobre idiota de mí.

Fobia capítulo 6


Capitulo 6.


Si lo que buscas lo puedes encontrar sin lastimar a nadie, por favor hazlo. Es tan doloroso saberse usado, lastima doblemente: primero porque manda el mensaje de que sólo sirves para eso, y el segundo tiene que ver con el proceso, si es en cuestiones de amor, puede ser que el usado se enamore del marionetista, como yo; y uno se siente desdichado y vacio. Es ser un poco rudo… qué digo poco, muy, muy rudo con las personas que usamos para cometer el acto en cuestión. Es un error.



Al día siguiente ya tenía que cumplir horario de clases. Por suerte había conseguido un pequeño mapa con mi vecino de cuarto, Gustav, era un chico muy amable. Parecía algo distinto de todos, era amable. Una cualidad que aun no le había identificado a ningún otro. Tuvo mucha paciencia conmigo y me llevó a mi primera clase, pues nos toca juntos. 



No va en mi año, pero debe tomarla pues falló esta materia, y en el trascurso de ella noté por qué: el profesor, Martin Berger, es de los peores. No es que sea mal maestro sino que representa una distracción en su propia clase. Trae el peluquín más barato que se pueda hallar en el mercado estos días.



Se su ponía que esta academia era muy fuerte con los estudios, pero justo a mi lado había un chico dormido, mas adelante había un chico que ni siquiera tuvo a decencia de si quiera tratar de disimular que traía auriculares, y ni hablar de los molestosos que se sientan en la parte de atrás. Lo hacen para tener vista panorámica del curso y notar lo mínimo para hacer desmadre.



Y lo sé porque yo solía ser así… en mi otra escuela. Lo seria en esta, esperaba hacerlo, pero ando con los ánimos por el suelo.



No quiera siquiera pensar en lo que iba a hacer, si lo 
pensaba me moría de vergüenza conmigo mismo, pero tenía que planearme. Soy hombre de palabra, y si dije que… que… que me voy a acostar con… él pues es porque lo haré. 



Lo peor de esto es… esperen, todo es malo: que sea obligado, que es hoy, que lo prometí y… que mierda soy virgen. Da lástima que mi primera vez sea con una persona que no me aprecie. Es un desastre.



Lo que pensé es preguntarle a Andreas, pero no lo he visto. 
Al terminar la clase me fui directo a mi cuarto, me bañe y vestí con toda la calma del mundo, no hay porqué acelerar lo inevitable. Salí al pasillo, y lentamente caminé hacia afuera.



Sin muchas esperanzas ya de salvarme, me senté en la banqueta donde una vez lo vi, a pensar qué hacer. 
Tenía que averiguar su número de cuarto, pero no soy tan tonto como para preguntarle a cualquiera… pero si encontrara a Andreas, tampoco podría, me muero de la vergüenza de decirle para qué la quiero.



-Oye…



Levanté la mirada. Abrí los ojos como platos.



- ¿Q-qué haces aquí?-pregunté como si el instituto tuviera cercas de retención…



-Venía por mi presa. 



-Ah, es eso... claro-volteé la cara.



-Nada de eso-se rió y se sentó a mi lado-. No te apures, estas cosas no se apuran.



No le entendí. Busqué las verdaderas palabras en su rostro, pero él me miraba inexpresivo, no podía leer nada en su cara, no había frustración o enojo, más bien estaba alegre… quizá.



- Tom, ¿qué?



- No quiero que cumplas tu promesa, bueno… Sí quiero, pero no quería que te sintieras forzado a tener nada conmigo por una promesa-dijo, yo tenía la mandíbula hasta el suelo-. Tampoco hay que apurar nada… Después de todo, somos novios… ¿o no?



-No te entiendo-me hice el tonto para escucharlo de nuevo, creo que estaba sonrojado-. Anoche…



-Olvida lo de anoche, al menos, olvida lo que te molestó que pasara. Y escucha, no soy mala persona, admito que utilizo todos los medios para obtener lo que quiero, pero no te dañaría por querer estar contigo. Es si tú quieres también.



-El problema, Tom-llamé su atención-es que yo sí quiero.



- ¿Quieres…?-meneó la cabeza.



-No digo que quiera… ‘cumplir mi promesa’ ahora, pero no me desagrada esa idea tampoco. 



-Ven aquí-abrió los brazos.



Lo abracé. ¿No importaba si nos veían? Al menos a mi no me importó en ese momento, pero no a los demás…



-¡Señor Trümper! ¿Qué están haciendo ustedes dos?



-Nada…-Tom se apartó con una sonrisita, pero enseguida se puso serio al ver quién le hablaba, por lo que yo hice lo mismo. Parecía una profesora o algo así.



Ella dudó un segundo, pero retomó su postura severa.



-Parecen de ahí los dos-extendió el brazo señalando alguna dirección especifica por el camino de piedras.



-No estábamos haciendo nada, señora Carmen-se escudó Tom.



-Señorita Carmen, para usted. No me venga con esa, yo los vi muy bien, y ya sabe que está p-r-o-h-i-b-i-d-o esa manoseadera en este instituto. Vamos, vamos-se acercó a nosotros y nos haló para pararnos.
-Sí ya sé que es ‘señorita’-se burló Tom, pero ella no dejó de halarlo.



- ¡Oiga!



- ¡Muévanse!-me haló entonces más fuerte.



- ¿Y no que estaba prohibida esta manoseadera? 
Ella se molestó más aun y nos haló por la oreja y así nos llevó hasta la oficina del prefecto.



Al llegar ella entró y nos dejó esperando afuera.



Miré a Tom.



-¿estamos en problemas?



-Si-afirmó tristemente, pero luego ladeó la sonrisa.