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Wilcomen!

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domingo, 28 de agosto de 2011

Sexo perfecto capítulo uno


  La chica se colgó de los hombros de Tom con fuerzas. Con una mano él la tomaba por la cintura y con la otra le sostenía la cabeza ya que él la arrastraba a subir más a la cama moviendo su cuerpo hacia adelante.

-Tom, házmelo…-pidió ella con un gemido. Como si él no tuviera la intención de hacerlo.

Él la miró provocativo.

-¿Quieres tener sexo conmigo?-preguntó él torturándola.

Ella asintió con cara de inocente. Todo lo que no era.

-Bueno.

Él se soltó la correa y se desabotonó los pantalones y volvió a ella. La besaba y la tocaba por todas partes excitándola cada vez más. La besaba en la boca, mordisqueando y jugando con su lengua.

Deslizó sus manos por debajo de su blusa y la levantó desde adentro, exponiendo su pecho y cuando justo iba a desabrochar su sostén…

-¡Tom!-tocaron y llamaron a la puerta.

-¿Qué?

-Al teléfono… Te llama ‘ya sabes quién’-avisó Bill.

Tom se levantó de encima de ella y sin arreglarse los pantalones fue a abrir la puerta. La chica tampoco hizo nada, ya era bien sabido por todos que Tom y ella se acostaban. Aunque Bill no iba a decir nada y Tom menos. Es más, era un honor ser ‘violada’ por Tom Kaulitz el rey del sexo. Un chisme como ese te daba la popularidad más deseada del mes en la escuela. Claro, un mes, porque solo eso duran las chicas de Tom. Un mes acostándose constantemente con él. No solo lo hacían porque él fuera guapo, adinerado, popular o encantador, se acostaban con él porque tenía la mejor fama que un chico en la secundaria puede tener: ser un dios del sexo.

Y claro, podríamos decir que Tom lo tiene todo para ser feliz, porque eso aparenta, pero Tom quiere ser amado por algo más que sexo y popularidad. 

Desea encontrar a alguien para él, peor es muy cobarde para decirlo, así que opta por saciar esa sed metiendo a cuanta se pueda en la cama.

¡Sexo! ¡Sexo! ¡Sexo!

  Le gustaba el sexo. Podrá sonar crudo,  pero no existe una forma más directa para decirlo.

 ‘Es bueno, es excitante, es hermoso, es riquísimo. ¿Por qué no habría de gustarme algo tan bueno? Podrán llamarme pervertido, loco, materialista, carnal o superficial, no me importa, sé qué cosas me gustan y el sexo es la primera en la lista. Me gusta y punto’, dice Tom.

Y a nadie tiene la duda de eso, y ¿para qué ocultarlo si todos lo saben?

Abre la puerta y mira a Bill que le ofrece el teléfono desviando la mirada de él 

y de su cuarto.

Tom toma el teléfono y enseguida cierra la puerta.

-Simone…-dice en forma de saludo a su madre.

-Tom, voy en el auto hacia el aeropuerto.

-Me imagino…

-Bueno, solo quería recordarte por ultima vez que a tu prima la trates bien. Ya 

Bill me prometió cuidarla, haz de buen hijo y tú también…

-¡No soy niñero de nadie!-interrumpió él.

-No te estoy pidiendo que le prepares la leche, Tom-ella sonaba algo indignada por la actitud de su hijo-. Mariel tiene 17 años, puede cuidarse sola, pero quiero que sienta que está en su casa con ustedes ahí para apoyarla.

-Ah, ya veo… Me pides que sea porrista, Simone-respondió Tom ya enojado-. Simone, si ella decide venir a esta casa, que se atenga a la consecuencia de que aquí no están Bill su madre y Tom su padre para hacerle cuanta cosa de le antoje a la nena. No señor, acepté que viniera con la condición de que no se entrometa en mis asuntos… No me importa que quieran meter al Cirque du Soleil a la casa mientras ni ellos ni yo nos crucemos. Ten esta conversación con Bill y no conmigo porque mi respuesta no cambiará-le dijo y dio por terminada su plática.

La chica se estiró y le rodeó con los brazos, acariciándolo para que vuelva a lo anterior.

-Tom… Vamos a la cama…

Tom se quedó pensando un momento. Y se salió del abrazo y le retiró las manos a ella.

-No, Rose… otro día será-negó. Se puso de pié, dejó el teléfono en la cama y se dirigió al baño-. Puedes quedarte si quieres, yo saldré un momento después de bañarme…

Cerró la puerta.

La chica se molestó recogió sus cosas y se retiró a su casa. En su camino de salida se topó con Bill que iba entrando del patio a la casa.

-Adiós-dijo él. Pero ella iba tan desencantada que ni prestó atención-. Vaya qué humorcito.

Bill entró en la cocina y se puso a prepar algo para comer, ya que sabía que su prima llegaría en cosa de unas horas desde Frankfurt y quería recibirla bien.
La pobre chica había tenido que vivir con su abuela desde pequeña, ya que su madre la abandonó a su padre y este era muy joven y torpe para cuidar de una bebé, así que la llevó donde la madre de este para que la criara y él poder trabajar también.

Bill y Tom, viven sólos practica y literalmente. Ya que Simone, su madre y había tenido que convertirse en la representante de la banda de su esposo y padrastro de los gemelos, Gordon Trümper y ahora se encontraban en una gira por el país. Pero eso no era lo mismo que ser abandonado y Bill entendía todo lo referente a esta chica, no por haberlo vivido él mismo, sino por tener un corazón y mente muy susceptible a lo que le ocurre a los demás.

A diferencia de Tom, que ni él mismo sabe por lo que está pasando en este 
momento.

-¿Bill? Pero ¿qué está haciendo?

-Le preparo algo a Mariel, Bertha-respondió muy normal, aun cuando sabe que a Bertha le gusta cocinar para todos a cualquier hora-. Descuida, limpiaré al terminar.

Ella terminó de entrar a la cocina que venía del cuarto de lavado en el zótano.

-No, no… Déjeme yo le preparo un postre que le guste a usted.

 -Pero es que quiero recibirla con…

-Bill, sal de mmi cocina. No lo repetiré-advirtió ella y siguió su camino hasta el segundo piso a llevar la ropa recién lavada. Bill decidió dejar así las cosas y salió al patio a fumar un poco.

Aunque lo negara, no podía evitar ponerse nervioso con su prima en su casa. 

Y, lo malo es que aun tiene que fingir que nada sucede, frente a ella, frente a todo mundo nada pasa.

Las cosas deben ser justamente como ella le dijo una vez ‘Como primos nada más’.

Pero Bill no podía dejar ese pensamiento aparte. La amaba con todas sus fuerzas desde que la vió, desde aquel verano juntos en la casa de su abuela. 

Lo impacientaba qué tan hermosa estaría ahora ya un poco más mujer. Si tenía desde esa vez que no la veía. Y 5 años es mucho tiempo para una chica adolecente.

Bill fumó uno, dos, tres, la cajetilla entera… No podía dejar de pensar en cómo serán las cosas con Mariel en la casa, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. 

Así volverán las cosas a ser como antes, cuando él no sabía nada de que ellos no son primos en verdad, cuando en verdad estaba prohibido. Él sabe bien que no son familiares y esa es una de las cosas que jamás se le olvidarán pase lo que pase con su vida, jamás olvidará que puede estar con ella, pero no debe.

Sería un daño para Mariel saber que su madre, además de mala madre, era una insensata con su cuerpo y a quien le daba un ‘sí’. Sería un golpe y sería ser un cruel egoísta. Por eso no podía decirle a ella que ellos sí podían tener un amor libre.

Bill estaba por comenzar una de sus peores y más crueles pruebas de toda su vida. Y ni él mismo sabía si estaba preparado para una cosa así. Subió a su cuarto, salió al balcón, se sentó, y sin poder evitarlo, se quedó dormido allí.

Despertó con una bocina que sonó varias veces en el frente y supo que era el momento. Mariel había llegado.

Estaba ancioso por verla, pero no bajó. No sabía qué decirle, o cómo reaccionar ante ella después de tantos años. Además, ¿qué pasaba si ella estaba más bonita que antes? ¿qué pasaba si ella lo miraba otra vez con esos ojos tan azules y profundos que lo hechizan? =qué haría? Por mala suerte para Bill, el momento de encontrar a su amada, se acortaba sin él tener una idea de lo que haría para no parecer un idiota mientras ocultaba sus sentimientos.

-¿Bill, se puede?-era ella.

-Eh, sí…-los nervios lo traicionaban, pero solo podía aguardar a que ella se posara ante él.

Ella abrió la puerta y se asomó sonriente.

El corazón de Bill dio un salto en su pecho y quiso volar al lado de ella, donde pertenecía. La chica no sólo estaba hecha una mujer hermosa, era despanpanate, radiante y bella.

-¡Bill! ¿No me vas a saludar?-ella entró con los brazos abiertos, como si ya no recordara nada de lo que habían vivido ellos dos.

Lo abrazó fuerte. Él le respondió tímido, no sabía si debía expresarse con ella ahora que estaban solos, o si debía olvidar eso y comenzar de nuevo con 
Mariel y respetarla como su prima.

Pero finalmente la abrazó porque la necesitaba. Necesitaba su calor, y que volvieran a ser chicos traviesos como antes lo fueron.

Ella soltó un poco para verle la cara a Bill.

-Te has vuelto todo un hombre. Estas guapísimo-aduló.

Bill estaba confundido.

-Gracias. Tú… también has cambiado mucho, Mariel…-respondió tanteando el terreno.

Ella sonrió ampliamente.

El selaje de Tom cruzó por la puerta.

-¡Tom!-gritó ella y fue tras él desbaratando el abrazo entre ella y Bill.

Se escucharon los murmullos apenas de la conversación. Pero a Bill le importaba más pensar en esa niña a la que besaba bajo el árbol del lago que en la mujer que venía a quedarse en su casa a fingir que nada ocurrió. Tal como ella dijo.

Tal vez tú me olvidaste, pero yo no. Te juro que he tratado, Mariel, pero no puedo. No es porque no sea lo suficientemente fuerte como para arrancarte de mi corazón, es que si te arranco de él, me quedaré sin corazón porque tú lo ocupas completo. Yo aún te amo.

3 comentarios:

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