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Wilcomen!

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lunes, 8 de agosto de 2011

Fobia Capitulo 2

Capítulo dos: La fiesta del siglo, el encuentro del milenio.

Yo estaba atravesando por una etapa de profunda felicidad por haber logrado mi objetivo de estar junto a mi mejor amigo, pero el mismo medio que me permite tenerlo cerca, estaba mostrando señales de que también me daría las penurias más amargas que haya podido siquiera imaginar. Esa misma noche lo descubrí…



-Va, esta es-se detuvo ante la puerta que creyó correcta-. Intenta abrirla, Bill. A veces las llaves no coinciden con el número.



-A ver…-entré y giré la llave en la perilla, y ésta abrió de inmediato-. Parece que ese no es mi caso.



Nos reímos. Entramos al pequeño cuarto.

Andreas silbó sorprendido.



- ¿Qué? ¿Pasa algo?-pregunté.



-Tu cuarto es bastante grande, ¡el mío da pena!-sonrió-. Es como la mitad, tuviste mucha suerte amigo-me felicitó.



La verdad es que era un cuarto de tamaño normal, pero quizás sea una extraña característica en este lugar. Tenía una ventana justo en la pared frente a la puerta. En ambos lados del cuarto estaban tendidas dos camas divididas por una mesa de noche. Del lado derecho tenía una puerta, que debía ser el baño; y del lado izquierdo tenía un armario doble. Los únicos objetos restantes eran la calefacción y el aire acondicionado.



Estaba equipada para dos personas, pero no había artículos que denotaran la presencia de un posible compañero de habitación. Inmediatamente me vino la idea a la cabeza.



-Andreas, parece que no hay nadie-le dije cuando vi que en ninguna de las mitades del closet había pertenencias-. ¿Por qué no te mudas acá? Es un cuarto grande-tenté.



Él respiró profundo y se dejó caer una de las camas.



-Es que eso no es posible… Una vez que te asignan un cuarto, no puedes cambiar hasta el año próximo.



- ¡¿Cómo?!-me desilusioné-. Que mal…


Me senté en la cama del frente.



-Eso no es importante, lo que sí, es que nos vamos a ver a diario. Hay que verle el lado bueno, Billy-sonrió-. Anda, ve a bañarte, voy a ir a ver si ya han terminado de revisar tus cosas en el Centro de Seguridad-se puso de pié en un suspiro.



-Está bien… Gracias, Andy-le dije cuando salió.


Puse me mochila en la cama y saqué la ropa que tenía allí. Fue un concejo de Andy hacer esto, pues me contó que él estuvo sin bañarse muchas horas cuando entró pues tardaron más de la cuenta en registrar sus maletas.



Y tuvo razón, nuevamente. Hacía calor y yo moría por un baño.



Saqué la toalla y me metí al baño. No era muy grande, pero supongo que para ser parte de un cuarto más grande de lo normal, lo era para Andreas y los demás chicos. Tenía la bañera en la parte de atrás, el wáter y el lavabo estaban en la pared derecha. Por suerte tenia espejo, me incomoda no tener uno.



Me quité la ropa que traía. Eran unos viejos vaqueros y un sencillo t-shirt rojo, y tenis blancos. Muy sencillo. Fue para no destacar, por si hacia alguna torpeza colosal, como es común.



Me miré en el espejo. Aun me quedan las marcas de ese día… el día en que casi pierdo la vida junto a Andreas.



Éramos unos pequeños aun, muy inocentes del peligro que nos asechaba, jugábamos en los linderos de una montaña que quedaba en el final de la calle donde vivíamos… Jugábamos a los autos que se convierten en robot. Teníamos toda la colección de esa estupidez, figuras de acción, mascaras, autopartes para colocarte, mascaras, pistolas de agua, en fin, de todo lo imaginable de ese tipo de juguetes. Y ese día jugábamos a guerrearnos con las pistolas de agua. El reto era mojarse en la cara, hasta no poder más. Esos chorros eran tan potentes que era inevitable cerrar los ojos. Ese fue el error, porque si yo hubiese visto cuando ese hombre se acercaba a Andreas… la historia sería distinta. Por muchos meses tratábamos de evadir el tema ante los demás, por supuesto que sabían que habían violado a Andreas y que me habían mutilado las entrañas, ¿cómo ocultarlo? Lo que nunca dijimos fue lo peor de todo: si recordamos quienes fueron.



Andreas y yo, hablamos en privado de eso. Era nuestro secreto, y así se quedaría. Hay mucho temor implicado. Aunque no lo veamos, siempre sentimos esa presencia, esa marca terrible que aun nos queda a ambos. Mi amigo perdió su virginidad involuntariamente, y yo… pues, me gusta pensar que le salvé la vida a alguien donándole uno de mis riñones. No sé decir cual fue peor… De sólo recordar los gritos de mi pobre amigo, lloro… y de recordar ver mi panza abierta, sangrante y con un terrible hueco adolorido me desmallo.


Me metí a la regadera. No más pensamientos así. Estaba allí para ser feliz, no para entristecer por malos recuerdos.


Para cuando salí, Andreas había llegado.



-Ya me dijeron donde es la fiesta, y sé llegar… ¿Quieres ir?



-Por supuesto, con tal muestra de lo que la Academia ofrece, ¿Quién no?



-Pues, mira… Se ‘supone’ que los de Elemental y Superior no pueden ir a estas fiestas, por eso, hay que salir muy tarde de la noche y con cuidado. A veces los de seguridad hacen rondas por los pasillos de los pabellones. No importan los estudiantes, ellos no dicen nada, pero los guardias sí. Y son graves los castigos por esto.



- ¿Cómo? ¿Cuáles castigos? ¡De eso no me habías dicho nada!-me sorprendí.



-Sí, puedes ser puesto en cuarentena, enviándote a tu casa suspendido por varias semanas, y te pueden expulsar si te encuentran teniendo relaciones, ya sabes.



Eso ya lo había pensado, pero no me preocupa porque yo en verdad busco el amor verdadero y no estaré regalándome por ahí.



- A ti no te han atrapado, ¿o sí?



Arrugó la cara.



-Por supuesto que no. Sólo hay que se sutiles, no hay porqué temer. Iremos a la fiesta y nos partiremos en veinte bailando y celebrando que llegaste, ¿va? No habrá valido de nada tanto sufrimiento si no lo compensas con momentos de felicidad.



-Tienes razón. Hay que celebrar en grande.



-Pues, si… Bueno, Bill-se paró de la cama-. Voy a ir a terminar unos deberes de la clase de ayer y a bañarme.



-Y, ¿Cómo le haremos para lo de la fiesta?



-A ver… ¡Ah! ¿Trajiste tu celular?-preguntó, yo afirmé-. Ah, pues yo te llamo para que salgas, te esperaré fuera del edificio y de ahí nos vamos.



-Perfecto-acordé.



-Te hablo a eso de las 11, estate pendiente siempre de tu celular.



Asentí.



Salió y cerró la puerta.



Yo me puse cualquier cosa y comencé a doblar la ropa en una de las mitades del armario, aun tengo la esperanza de que dejen venir a Andreas a mi cuarto. No traía demasiado, de todas maneras debería usar uniforme. Así que terminé pronto y me puse a escuchar música y a escribir mis pensamientos en la laptop.



Media hora antes de las once ya me había cambiado, peinado, emperfumado y estaba listo, por lo que decidí salir yo mismo a buscar a 


Andreas, ya me estaba desesperando. Eso me pasa cuando estoy listo demasiado tiempo antes, soy muy impaciente.



Recordaba bien la salida, lo que no sabía era donde rayos estaba el pabellón de Andreas, así que caminé por la oscuridad del campus de pabellones buscando el edificio con la letra ‘G’.



No me asusta la oscuridad, pero si los ruidos que se producen. Me espanté de pronto cuando vi la luz de un foco. Alguien caminaba con un foco, debía ser una guardia buscando fugados, ¡como yo! Corrí a esconderme tras uno de los pedestales de uno de los edificios. 


‘Madre mía, sálvame. ¿Yo para qué me pongo de idiota a hacer esto?’.



La luz alumbraba en vaivén, definitivamente era un guardia, podía escuchar el tintineo de 
unas llaves, muchas llaves.



Mi corazón parecía dictarme que eran sus últimos latidos, pues iba a mil por hora. Una fría gota de sudor bajó por mi espalda y creí que moriría de verdad. Esto no podía ser. El primer día y ya me van a expulsar. ¿Qué dirá mi mama? Dios mío, estará tan decepcionada.



El guardia se acercaba cada vez más.



Cerré los ojos y recé para que siguiera de largo.



Entonces, cuando más cerca lo escuchaba, se detuvo el tintineo de las llaves.



Abrí los ojos. Y vi a alguien.



-Mal…



Me tapó la boca, y con ese acercamiento la luz de la luna me ayudó a ver que era Andreas. 


Me tranquilicé un poco.



-Que susto me diste…


-Shhh…-pidió silencio ya que el guardia merodeaba cerca todavía. Cuando consideramos que estaba lo suficientemente lejos continuamos.



- ¿Por qué saliste? Debiste esperarme como te dije, casi te cachan.



-Es que ya sabes cómo me desespero.



-Para la próxima te diré unas horas más tarde de la realidad.



-Pues en ese caso no estaría listo.



Nos reímos.



Entonces escuchamos una voz proveniente de uno de los cuartos: ‘Ya váyanse, queremos dormir’.



-Bueno vamos.



Salimos del campus de pabellones por la parte contraria a la ruta del guardia. Continuamos caminando por un lugar que mi con más claridad reconocería, hasta llegar al famoso campus universitario.



No podía evitar sentirme inferior al caminar por esos lados, y es que, como estudiante de 
Superior, tengo mis logros y méritos que me hacen orgulloso, pero esos meritos no sirven de nada en la universidad. Además de que los universitarios se la pasan diciendo lo superiores que son.



-Allá es-indicó. Pero ni falta que hacía porque ella solita se anunciaba en todos los cielos. 


Habían muchas luces, la música estaba altísima, y los gritos y otros ruidos de la gente eran como banderines que decían ‘hey, aquí estamos de fiesta, ya me he tirado a…’ bueno, no eso no… pero a leguas se notaba lo ‘buena’ que estaba.



Era una casa, igual a una, en estructura almenos.



Entramos y enseguida me di cuenta por qué dicen que los universitarios pierden la cabeza en las fiestas de hermandades.



Estaba plagado de gente, no puedo especificar cuantos en verdad, porque algunos solo se les veían los miembros y nada más; pero debíamos ser cerca de decientas personas en una casa de dos plantas.



Andreas me tomó la mano y fuimos a la cocina. Nadamos en el mar de gente hasta ella.



Él tomó dos cervezas de la nevera, nevera industrial debo mencionar. Estaba hasta el tope de cerveza tipo pilsener. Una locura. Bebimos un rato y luego volvimos a la sala, y allí bebimos y bailamos con todo el que se nos acercaba para bailar.



Me gustó mucho pues era justo lo que necesitaba para calmarme y desestresarme. La estaba pasando de maravilla, pero en un momento, por un mal paso me caí al suelo, como estaba ya borracho me reí mucho, pero me dolió mas el estómago así que decidí salir un momento a ver si se me pasaba.



A fuera no había muchas personas, unos cuantos muchachos haciendo sexo grupal era la atracción de todos. Me quedé perplejo de las capacidades de flexión de estas universitarias, y de las… proporciones de estos universitarios. Pero no soy muy fanático de la pornografía, así que me alejé para el otro lado y me apoyé en la esquina de la casa.

‘Ay, Dios mío, esto va para rato…’, pensé. Un mareo después, me volví a caer al suelo y eso detonó la bomba: vomité hasta lo que había comido en el almuerzo.



Al menos ya me sentía mejor, no tanto como para volver y parrandear otro rato, pero ya veía a colores y sentía mi cabeza.



Volví adentro para decirle a Andreas que nos fuéramos, pero no lo encontré por ninguna parte. Ese rubio casi blanco es inconfundible, ¿adónde se fue?



Le pregunté a una chica que estaba en el lugar donde lo vi por última vez, y ella me dijo que lo vio subir por las escaleras de manos con otro chico. Intuí lo que pasaba y decidí esperarlo fuera, en la parte de enfrente, en la de atrás ya estaban muy entretenidos como para estar tranquilos y no molestar a alguien como yo. Además esas son cosas que a los vírgenes nos ofende, porque nosotros nunca hemos hecho nada, y ellos ya ni les importa mostrar sus habilidades en público.



Me senté en la grama, y luego me acosté a mirar el cielo.



Por un momento cerré los ojos… ya iba en lejanos pensamientos cuando noté que la luz de la luna se había atenuado mucho. Al abrirlos de nuevo vi cual era la causa, y mi corazón, el pobre, de nuevo se echó a andar a mil por hora. Casi se me salen de órbita los ojos cuando en verdad vi quién era: era el chico de las trenza y extrema belleza de hace rato.



-Hola-sonrió muy normal.

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